El piloto Ramón Martín, un jovencísimo mecánico de 17 años, venció con una Iresa al piloto oficial de la marca de motos, con un motor preparado a conciencia por su hermano Paulino, convirtiéndose en el primer campeón de España de 50 cc.
Las carreras iniciadas en el Circuito de la Casa de Campo, correspondientes al Trofeo de Madrid, volvieron a reanudarse en la década de los cuarenta, una vez superada la interrupción por la guerra civil. Pronto se encontró una nueva y céntrica ubicación, el recinto cerrado del Parque del Retiro, que por entonces estaba abierto a la escasa circulación urbana madrileña.
A partir de 1948, éste sería el emplazamiento definitivo de las carreras de velocidad madrileñas, donde se celebrarían competiciones puntuables para el Campeonato de España, así como pruebas de carácter internacional.
Debido a su emplazamiento, contaba con una de las grandes bazas de los circuitos urbanos, como era la masiva asistencia de público y además disponía de una serie de gradas y localidades de asiento que daban más categoría a los eventos allí celebrados.
El circuito trascurría por las avenidas asfaltadas de su interior; por el Paseo del Ecuador, el exterior de la rotonda del Ángel Caído, bordeando la Rosaleda, llegando a la recta que lindaba con la Casa de Fieras, y cerrándose por medio de una curva en ángulo recto por el Paseo de Venezuela, con lo que contaba con la peculiaridad de tener prácticamente todas las curvas del circuito a izquierdas.
En él corrieron pilotos legendarios de nuestra historia motociclista como Ortueta, Kutz, Aranda, Mosteiro, etc. Las cilindradas de fuerza libre, sides, 500, 350 y 125 cc. atraían a numeroso público madrileño, pero a partir de 1950, una nueva categoría entraría en liza, convirtiéndose con el tiempo en la cilindrada reina del motociclismo español.
Ese primer e incipiente campeonato, básicamente de ciclomotores, tuvo un claro y joven campeón, Ramón Martín, tan joven que tuvo que correr con la licencia de su hermano Paulino, al no haber cumplido la edad mínima para participar en competiciones y que además venció al piloto oficial de la marca de motos Iresa, el reconocido Manuel Mosteiro.
Pero esta primera e histórica victoria, que dejó atónitos a pilotos y asistentes, no fue casual, ya que el pequeño motor de 50 cc. fue preparado a conciencia, aumentando la compresión del cárter construyendo un cigüeñal especial y súper equilibrado y variando el tamaño de las lumbreras, la toma de admisión, el carburador, etc.; aunque lo que resultó realmente ingenioso y efectivo fue el aumento del número de velocidades de dos a seis, acoplando un cambio de bicicleta a la rueda trasera. Concluido este trabajo y tras la prueba del invento, los resultados fueron espectaculares, alcanzando el pequeño motor un régimen de 10.000 rpm. y casi el doble de cv. que las motos “oficiales”.
Por este mecanismo, se conseguía un desarrollo extra largo por el que se conseguía hacer unos tiempos impresionantes, si se comparaban con los obtenidos por las motocicletas de mayor cilindrada, ya que, los más de 57 km/h. de media obtenidos por Ramón y la Iresa, no distaban mucho de los tiempos marcados por las motocicletas de 100 cc.
Con esta interesante preparación, el segundo clasificado, Manolo Mosteiro, resultó doblado y otros pilotos con más medios, como le ocurriría en otras ocasiones con los hermanos Del Val y su Guzzi Hispania 65 cc., también resultarían batidos gracias a la pericia con la lima y el torno de su hermano Paulino.
Ramón se alzó con el 1º Campeonato de España en aquella primera carrera de 50 cc. siendo ya un experto oficial de primera, cargo que había alcanzado a su temprana edad en los talleres de Arturo Vallejo, uno de los de mejor reputación de Madrid. Cuenta el piloto que, “Cuando fui a pedirle trabajo, tan bajito y con tan corta edad, diciéndole que era oficial de primera, se creía que estaba de broma, a lo que le sugerí que me pusiese a prueba. Toma, me dijo, en este cajón hay dos motores desmontados, uno de DKW y otro de Royal Enfield. Cuando los montes y los pongas en marcha, me llamas. Una vez acabada la prueba me dijo: Efectivamente, me has demostrado que pese a tu juventud eres un buen mecánico, por lo que en vez de las 12 pts, que pedías, te voy a dar 15, y ya puedes venir desde mañana a trabajar”. Ramón continúa:”Es verdad que era muy joven, pero lo de pequeñajo era debido a lo poco que pude comer durante la guerra…”
Luego vendrían los tiempos de taller propio, compartido con su hermano Paulino durante cuarenta años…
Con ellos estaban su padre y su hermana Barbarita de contable, a la que el productor de cine Luis Lucia, buen cliente y amigo de la casa, llamaba la “señorita anti-tacos”, porque no les permitía hablar mal en su presencia…
El Raid Madrid- Barcelona, las preparaciones para los mejores pilotos, los excelentes trabajos de torno de su hermano Paulino y su tesón, les mantuvieron hasta la jubilación en los 80. Pero el viejo banco de trabajo de Ramón, “por el que han pasado miles de motores”, como él dice, sigue haciéndole compañía como un fiel amigo con el que compartió gran parte de su vida. Ahora, en su casa de campo, le sirve de entretenimiento, rodeado de viejas fotos en la pared y carteles de otros tiempos; tiempos en que la afición, la pasión y el trabajo daban buenos resultados, haciendo aflorar ahora antiguos recuerdos que, según los va desgranando, van recobrando la importancia perdida.